Las primeras intervenciones de los dos partidos mayoritarios durante el debate sobre los Presupuestos Generales del Estado (PGE), se han convertido que en un laberinto kafkiano de acusaciones mutuas entre las dos formaciones en los que las cifras de unos no son las cifras de otros y el dato del déficit público se conocía o no, según quién este en posesión del turno de palabra.