Si se profundiza en la vida de algunos grandes escritores y pintores, es posible encontrar cúmulos de conflictos psicológicos en su personalidad y que se reflejan en sus propias existencias y obras. Por ejemplo, el alcoholismo de Edgar Allan Poe, la homosexualidad de Oscar Wilde y Truman Capote, las relaciones incestuosas de Lord Byron, las crisis afectivas de Van Gogh, la ciclotimia de Charles Dickens, la depresión mayor de Hemingway, la paranoia de Dalí, etc. El propio Dalí se definía como un paranoico y añadía con sospechosa lucidez: “Debo ser el único de mi especie que ha dominado y transformado en potencia creadora, gloria y júbilo una enfermedad mental tan grave”. La relación entre arte, genio creador y locura proviene desde la antigüedad y ha sido un permanente motivo de fascinación. Los griegos llamaban a los poetas “enfermos divinos”.