Como ya ha ocurrido con el gin tonic o las gafas de pasta, esta última gala de los Oscar, ha hecho una cruzada para desempolvar el cine mudo y ponerlo de moda. Y todo ello a través del metacine, una manera de reinvención del séptimo arte en una industria cada vez más seca de ideas. Cine mudo, en blanco y negro y después de más de un siglo de la invención del cinematógrafo, son alicientes suficientes, según parece, para los desfasados académicos de Hollywood.