Horas después del ataque terrorista que tuvo lugar en Jerusalén, siete granadas de mortero, disparados desde la franja de Gaza, cayeron en horas de la noche en las costas de la ciudad sureña de Ashkelon.
Al día siguiente por la mañana, continuaron los ataques, pero esta vez afectando a la ciudad de Beersheva, dando como resultado una persona herida y estableciendo como medida de seguridad el cierre de las escuelas hasta nuevo aviso, aumentando de esta manera el nivel de alerta en la parte sur del país y advirtiendo a sus habitantes permanecer cerca de sus viviendas.