En la tercera mayor ciudad de Siria, donde viven 1,6 millones de personas, las tensiones religiosas son exacerbadas por asesinatos cometidos por hombres armados. Sunitas y alauitas - corriente del islam chiíta a la que pertenece el jefe de Estado - se culpan mutuamente. Si durante el día gran parte de Homs tiene un aspecto normal, los disparos de armas automáticas y ametralladoras llenan la noche.