En la más absoluta oscuridad de la noche del desierto del Thar, y después de una agradable cena, nos colocamos alrededor de una hoguera a escuchar los cánticos que nos ofreció uno de los nativos que habita en las pequeñas aldeas del desierto. Nada hacía presagiar el trágico final... Y recordad que podéis seguir nuestro diario de viaje, fotos y demás en la web.