Chávez se crece en la adversidad. De cualquier tipo, personal o política. Su trayectoria humana, su deslumbrante carrera como dirigente popular, está marcada por hechos en los que ha revelado su capacidad para sobreponerse a las trampas de la vida. Para no sucumbir por indecisión y lucidez sobre la opción a escoger en un momento dado. Para empinarse por encima del acertijo de lo fortuito. Y lo más importante: para saber lo que hay que hacer cada vez que el destino lo coloca ante una encrucijada. En esas circunstancias dilemáticas Chávez podría decir lo que aquel personaje, Santiago, de su obra el Viejo y el Mar de Hemingway: “Demostraré lo que puede hacer un hombre y lo que es capaz de aguantar”, como expresión de coraje y voluntad de lucha.