Cuando a Tyrone Hayes se le preguntó por primera vez sobre las pruebas de seguridad del herbicida más utilizado en Estados Unidos, él se que se preguntó porqué. Un experto en hormonas y el desarrollo de anfibios, el profesor de Berkeley de la biología integradora acababa de descubrir una rana africana en la que machos y hembras tenian una coloración diferente. Él encontró que los machos desarrollaron manchas cuando se exponían a los estrógenos, y se dio cuenta que la especie podría detectar la presencia de disruptores endocrinos, compuestos que imitan o alteran la producción de hormonas como el estrógeno. El fabricante del producto químico, Novartis, quiso que Hayes ejecutara la prueba de su herbicida de mejor venta. La atrazina ya existía desde la década de 1950. Se rocía sobre millones de hectáreas de maíz, sorgo y forestales cada año. Hayes decidió que la compañía ya había ejecutado la prueba, y sabía que el herbicida pasaría, y sólo quería una prueba de un laboratorio independiente