Las potencias extranjeras no se atreven a armar a los rebeldes libios, por lo que los insurgentes lo están haciendo por cuenta propia: en una instalación militar en Rajma, a 30 kilómetros al este de Bengasi, rearman armamentos y tanques abandonados de la era soviética con la esperanza de que sean suficientes para derrotar al coronel Muamar Gadafi.