Unos investigadores de la Universidad Washington en San Louis han descubierto que los ratones y los humanos más gruesos tienen, en comparación con sus congéneres delgados, una proporción diferente de determinadas bacterias encargadas de la digestión y el equilibrio energético. Y, lo que es más curioso, cuando adelgazan, algunas de esas bacterias aumentan en su estómago. Los humanos, que no tenemos flora intestinal al nacer, la desarrollamos en los primeros días de vida, llegando a tener en la edad adulta hasta 100 billones de bacterias. Un elevado porcentaje de ellas "desempeñan un papel fundamental en este proceso, en la digestión, que hace que los alimentos puedan ser asimilados por el organismo", según explican los autores del trabajo en la revista Nature. Dos grupos suponen el 90% del total, tanto en humanos como en roedores: los Bacteroidetes y los Firmicutes.