Será el Viernes Santo al mediodía, cuando el Sol se alce sobre el monte Burol y los vecinos se reúnan en lo alto de la explanada. Herosito Sangalang se crucificará por decimoquinto año consecutivo y, sujeto a la madera por los cuatro clavos de 11 centímetros que le atravesarán pies y manos, contemplará por última vez el rostro de admiración de los habitantes de San Pedro de Cutud (Filipinas). Los más jóvenes de San Pedro y algunos que ya no lo son tanto llevaban años esperando este momento. Todos sueñan con suceder a Cristo, y ser ellos quienes representen la muerte de Jesús en la cruz ante la muchedumbre, los turistas y las cámaras de televisión que cada Semana Santa llegan a este pueblo completamente olvidado durante el resto del año.
Muchas flagelaciones y haberse crucificado más veces que nadie consecutivamente en los últimos años son los méritos que deciden al elegido