La teoría evolutiva supuso un duro golpe a esa filosofía imperante, tuvo influencia en muchos campos. El hombre ya no era diferente cualitativamente al animal, sino que la diferencia, de haberla, sería de grado (cuantitativa). Algunos investigadores pensaron que, si somos fruto de la evolución, sería conveniente estudiar hombres primitivos y organismos inferiores para conocernos a nosotros mismos. Hasta el S. XVIII las especies no tenían historia, sin embargo había muchas pruebas de que había evolución: los fósiles, aunque siempre se los justificó mediante teorías que no guardaban relación con la evolución. A finales de ese siglo Bonnet propuso la teoría de que la Tierra había estado sometida a diversas catástrofes que habían hecho desaparecer las especies varias veces, los fósiles eran fruto de esto. A pesar de esta teoría surgiría más tarde la de la evolución.