Desde hace más de medio siglo se sabe que las emociones dependen en buena medida del funcionamiento de una estructura cerebral relativamente primitiva: el sistema límbico. Este sistema toma las tiendas del organismo y se hace cargo de las decisiones sobre todo en situaciones críticas. Los niveles inferiores de la estructura neural de la razón se mezclan con los que gobiernan el funcionamiento de las emociones y los sentimientos. Las emociones también están mediadas por una serie de circuitos que conectan las amígdalas con la corteza y por algunas zonas prefrontales las estructuras neurales de la emoción tienen una gran interacción con las del pensamiento.
Se han observado casos en lo que ciertas lesiones en la corteza prefrontal puede dejar casi intacta la capacidad de llevar a cabo las diferentes funciones cognitivas: percepción, memoria, lenguaje, raciocinio...La alteración del sistema Límbico degrada la vida de quien la sufre, aunque conserve la potencialidad intelectual.