Las fiambreras congeladas son una solución práctica y saludable, pero es importante saber qué se puede y qué no se puede congelar para que la comida siga siendo sabrosa y nutritiva.
Alimentos como las legumbres y las verduras con bajo contenido en agua, como las zanahorias, la calabaza, el brécol, las alubias y las lentejas, son ideales para congelar.
Pero es importante escaldarlos (sumergir las verduras en agua hirviendo y luego en agua fría) para conservar su color y sabor.
Las proteínas como la carne, el pollo y el pescado también pueden congelarse, pero recuerda que si están condimentadas, su vida útil disminuye.
Los tubérculos como la patata, el boniato y la mandioca deben cocerse antes de congelarlos, ya que crudos pierden su textura.
El arroz, la pasta (dejada al dente) y el maíz son carbohidratos estupendos para incluir en las fiambreras congeladas.
Por otro lado, algunos alimentos no deben congelarse. Las verduras de hoja verde, como la lechuga, la rúcula y la col, pierden su textura y sabor al congelarse.
Las verduras con mucho líquido, como los calabacines, los tomates y los pepinos, sueltan mucha agua al descongelarse, lo que hace que la fiambrera no sea adecuada.
Los productos lácteos y las salsas cremosas, como el yogur, la mayonesa y la salsa blanca, no deben congelarse porque pierden consistencia y se vuelven aguados.
Los huevos tampoco deben congelarse, ya que cambia la textura de la clara y la yema.
Tampoco se deben congelar las conservas, ya que el envase puede deformarse y contaminar el alimento.
A la hora de prepararlos, cocina bien los alimentos, evita el exceso de agua y opta por hornear o sellar los ingredientes para que conserven su textura al descongelarlos.
Lo ideal es congelar los alimentos después de que se hayan enfriado completamente, para evitar que se formen cristales de hielo en las fiambreras.
En cuanto al almacenamiento, utiliza recipientes de cristal con tapas herméticas o de plástico sin BPA.
Etiqueta las bandejas con la fecha de preparación para asegurarte de que se consumen dentro de su fecha de caducidad.
A la hora de descongelar, lo mejor es dejar la fiambrera en la nevera toda la noche, pero si es necesario, se puede utilizar el microondas.
Nunca descongeles fuera del frigorífico para evitar el riesgo de contaminación.
Con estas precauciones, tus fiambreras congeladas estarán listas para ofrecerte comidas prácticas, seguras y deliciosas.