Comer fruta entera es más sano que beber zumo, incluso si es casero. La fruta fresca contiene fibra, esencial para la digestión, el control del azúcar en sangre y la saciedad.
Cuando se extrae el zumo, se pierde la mayor parte de esta fibra, lo que hace que el cuerpo absorba el azúcar más rápidamente y puede provocar subidas de azúcar en sangre.
Además, un vaso de zumo puede contener el contenido en azúcar de varias frutas, lo que aumenta las calorías ingeridas sin la misma sensación de saciedad.
Por ejemplo, para preparar un vaso de zumo de naranja, es necesario utilizar de dos a tres naranjas, mientras que una naranja entera bastaría para saciarse.
La fibra de la fruta, al ser tanto soluble como insoluble, ayuda a regular el tránsito intestinal y a controlar el colesterol.
Otro punto es que masticar fruta estimula la producción de saliva, lo que favorece la digestión y la absorción de nutrientes.
Para quienes prefieren los zumos, es posible minimizar la pérdida de fibra no colando la bebida y consumiendo el zumo inmediatamente después de su preparación.
Añadir verduras y evitar los edulcorantes también ayuda a mejorar el valor nutricional.
La recomendación es dar prioridad a la fruta entera siempre que sea posible, pero si el zumo es la única alternativa, elige opciones naturales y sin edulcorantes.
Recuerda que, según la OMS, consumir cinco raciones de fruta al día es esencial para una dieta equilibrada.