Elon Musk presentó anoche su prototipo de robotaxi, el Cybercab, un taxi sin conductor (no tiene ni volante ni pedales) con el que Tesla pretende revolucionar la movilidad de las ciudades. Muy en su línea, aprovechó los focos para pronosticar cuándo estarán a la venta: “Probablemente, bueno, tiendo a ser poco optimista en los plazos, pero en 2026. Antes de 2027, permítanme decirlo así”. Eso dijo, pese a no contar todavía con las autorizaciones regulatorias necesarias para operar este tipo de vehículo. Mientras, en San Francisco ya hay una flota de robotaxis de Waymo desde hace tiempo.
¿Cumplirá los plazos que él mismo se ha fijado? No sería la primera vez que no llega. El magnate atesora, de hecho, un largo historial de exageraciones en todo lo que rodea su ansiado proyecto de desarrollar coches autónomos, al que ha fiado el futuro de la compañía: “El valor de Tesla es, abrumadoramente, la autonomía”, dijo este verano en una reunión con inversores. Esta tecnología es su gran apuesta para dejar atrás a las automovilísticas tradicionales y a los fabricantes chinos de coches eléctricos, que tanto terreno han ganado en los últimos años.