Con los éxitos en Montecarlo, Barcelona y Madrid y con evidencias de recuperación tras los problemas físicos de años anteriores. Dejó atrás a los españoles Roberto Bautista, Pablo Carreño y el austríaco Dominic Thiem, verdugo de Novak Djokovic, y en la final a Stanislas Wawrinka al que venció por 6-2, 6-3 y 6-1 con una evidente autoridad.
Una vez más resucitó Nadal que añadió a Roland Garros el Abierto de Estados Unidos y volvió a instalarse en la cima del circuito. Después, llegarían ocho Gran Slam más.