Durante gran parte de su segundo mandato, Rusia creció económicamente y se reinventó como superpotencia energética. A lo interno el nivel de vida aumentó.
Al Banco Mundial no le quedó opción de resumir a Rusia como uno de los islotes de estabilidad económica en el mundo.
Con Putin las reservas de oro y divisas pasaron a ser las terceras por su volumen en el mundo después de China y Japón.