Dejar de hacer ejercicio puede tener importantes repercusiones en la salud con el paso del tiempo.
A corto plazo, en el plazo de un mes, el cuerpo empieza a acumular grasa corporal y a perder forma física, lo que puede provocar un descenso de la capacidad cardiovascular.
Al cabo de un año de vida sedentaria, el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes e hipertensión arterial aumenta considerablemente.
El metabolismo se ralentiza y los músculos empiezan a perder fuerza y masa, lo que dificulta las actividades cotidianas.
La salud mental también se ve afectada, con una mayor propensión a los cambios de humor, el abatimiento y la disminución de la libido.
Tras una década sin hacer ejercicio, el riesgo de padecer enfermedades graves, como ciertos tipos de cáncer, aumenta aún más.
La calidad de vida tiende a deteriorarse, con posibilidad de afecciones crónicas y dificultades para realizar tareas básicas.
Estos efectos pueden verse agravados por una dieta inadecuada y otros factores relacionados con el estilo de vida.