“Para mí esto es peor que en la pandemia, porque en la pandemia sobrevivimos, pero hoy viene hasta gente con trabajo a pedirnos”, dice Lili, cocinera de Barrios de Pie. En la vereda del ministerio de Capital Humano, donde reclama junto a otras trabajadoras sociocomunitarias, hay ollas vacías, y carteles que difunden la última encuesta que hizo su organización en los barrios populares de la Ciudad de Buenos Aires para medir la crisis alimentaria. Sus resultados muestran un grave empeoramiento: entre las familias entrevistadas en los meses de marzo y abril, el 56 por ciento padeció inseguridad alimentaria forma severa, término que se aplica cuando un integrante del hogar tuvo que dejar de comer durante todo un día o sintió hambre, pero no comió por falta de dinero.