El desprendimiento prematuro de placenta es una complicación del embarazo que se produce cuando la placenta se separa del útero antes del parto.
Esto puede reducir la cantidad de oxígeno y nutrientes que recibe el feto y provocar hemorragias intensas en la madre.
Esta afección puede provocar complicaciones graves como anemia, crecimiento restringido del feto, falta de oxígeno, parto prematuro, aborto espontáneo y, en casos extremos, la muerte del feto.
Para la mujer embarazada, el desprendimiento de placenta puede provocar una conmoción por pérdida de sangre, problemas de coagulación, necesidad de transfusión sanguínea y, en casos raros, incluso histerectomía.
Entre las causas del desprendimiento de placenta figuran traumatismos externos, como accidentes o caídas, y afecciones internas, como hipertensión materna, diabetes gestacional y fibromas uterinos. Otros factores de riesgo son el tabaquismo y la edad avanzada.
Los síntomas más frecuentes son hemorragia vaginal con calambres, dolor abdominal, contracciones uterinas intensas y disminución de los movimientos fetales.
El tratamiento depende de la gravedad y puede incluir reposo, medicación con corticosteroides o parto inmediato.
Aunque el desprendimiento de placenta no puede prevenirse por completo, evitar factores de riesgo como el tabaquismo y vigilar la tensión arterial pueden ayudar a reducir la probabilidad de que se produzca.