El debate fluía bastante rápido. Con los argumentos ya sabidos de unos grupos y de otros, pero sin sobresaltos. Con portavoces deliberadamente de perfil bajo. Pero, de repente, el pleno del Congreso estalló. Un nuevo guirigay. Y esa bronca mantuvo parada la sesión de aprobación definitiva de la ley de amnistía unos minutos, con insultos cruzados de derecha a izquierda y gritos de "fuera, fuera" a la presidenta de la Cámara, Francina Armengol. Por unos momentos, la tensión fue máxima en el hemiciclo, justo después de la intervención del líder de Vox, Santiago Abascal, y antes del portavoz socialista, Artemi Rallo.