El papa Francisco ha recibido una bienvenida muy cariñosa en la ciudad de Verona, en Italia, por parte de un grupo de monjas. Las religiosas rodean al pontífice, al que abrazan e incluso llegan a besar. Es tal el revuelo que, en un momento dado, se acerca un miembro del séquito en lo que parece una petición para evitar el barullo. Poco después, en otro acto Francisco ha tenido un emotivo gesto: se ha abrazado a un israelí y a un palestino. Ambos perdieron familiares en el conflicto de Gaza.