Desde las estrechas calles y las tabernas íntimas de Lisboa, el Fado resuena como la voz del alma portuguesa, una expresión musical profundamente arraigada en la identidad y la historia de Portugal. Este género musical, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2011, es una poderosa manifestación de la melancolía y la pérdida, así como del amor y la esperanza que define la saudade portuguesa.