Si inusitada es la irrupción policial por la fuerza en una embajada, aún lo es más ver al responsable de la legación diplomática por los suelos, en su intento por evitarla. Roberto Canseco, jefe de la Cancillería mexicana en Quito, denunciaba muy nervioso un allanamiento que tenía por objeto la detención del exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas. Condenado por corrupción, y sobre el que pesaban varias órdenes de arresto, el político llevaba desde diciembre refugiado en la embajada de México, país que le había concedido asilo político. Pero el gobierno de Quito, tras negar el salvoconducto y considerar ilícito dicho asilo, ordenó un asalto que ha indignado a México. La ministra de Asuntos Exteriores de este país, Alicia Bárcena, ha anunciado la ruptura de las relaciones diplomáticas con Ecuador, al que se va a denunciar ante la Corte Internacional por lo que considera una violación flagrante de la soberanía mexicana.