El espectáculo “Recital de mitos”, se presenta el miércoles 15 de mayo, a las 21.30 horas en el Instituto Montoya.Son tiempos de estremecimiento. Tiempos donde el mundo y sus fuerzas monstruosas parecieran dirigirnos ineluctablemente hacia la destrucción. O tiempos, como decía Nietzsche, donde el desierto crece. El derrumbe avanza. Pero todo estremecimiento provoca una apertura.
Con belleza, intensidad y humor Dario Sztajnszrajber y Soledad Barruti nos sumergen en un viaje de seis relatos; bajo el nombre de “Recital de mitos” se estarán presentado el miércoles 15 de mayo, a las 21.30 horas en el auditorio Montoya (Ayacucho 1962). Los ingresos se pueden adquirir en la boletería del Montoya o a través de las plataformas de Ticket Misiones o Ticket Way.
Sobre la obra
Algo que socava los ruidos monocordes que aturden y permiten recuperar otros sonidos, otras voces, otros relatos que nos avizoran, que incluso en lo más árido del desierto, la vida se aferra y sigue, más allá de todo. Y ahí, en ese lugar liminar donde todo puede estar terminando o empezando emergen los mitos que nos reconcilian con lo más originario: la sensibilidad, el asombro, la diferencia.
Con belleza, intensidad y humor Dario Sztajnszrajber y Soledad Barruti nos sumergen en un viaje de seis relatos entre los que hay una mujer, Sémele, que anhela vivir al menos por un instante el misterio que se esconde en la naturaleza y es destrozada para ser renacida; y también otra, Lilith, aquella que vive la tragedia de su borradura en la apuesta por su deseo. También, el relato de la alegoría platónica de la caverna que nos invita a pensar los disciplinamientos interiores y exteriores, así como el lugar de aquel que padece el doblez, al igual que Casandra, de darse cuenta y ser incomprendido. Y también la emergencia de otro mito que es más bien una invocación a Dionisio, el dios salvaje, el que desdibuja los límites, el que baila en trance, el que siempre nos está liberando. También dos encuentros, uno con Mestra, la hija del rey que devoró el bosque sagrado en ese afán de cierta humanidad por ingerirlo todo; y otro con el Minotauro que devoraba a otros sin querer, en su eterna búsqueda por comprender su hibridación, tan indeseable para el orden que todo lo define con bordes estrechos, siempre rígidos. Estamos hechos de estrellas y de historias, tal vez nunca haya sido tan importante volver a ellas para recordarnos.
AG