Jay Bloom, multimillonario de Las Vegas, y su hijo Sean habían planeado participar en el malogrado viaje del Titanic, pero se echaron atrás. Un amigo del hijo de Bloom investigó lo que podía salir mal y asustó a Sean. El consejero delegado de Oceangate, Stockton Rush, envió un mensaje a los nerviosos pasajeros: "Es mucho más seguro que volar en helicóptero o incluso bucear". Desesperado por llenar los asientos vacíos, Rush ofreció a Bloom y a su hijo un descuento de 200.000 dólares.