Algunas de las mejores películas mudas pueden describirse como sueños colectivos. Capturan leyendas familiares, lugares familiares y ciertas épocas, historias que nos han acompañado en el sueño y en la vigilia: sueños y pesadillas, comedias y tragedias. Estas películas son arte, y el arte no envejece, como no lo hacen muchas películas antiguas. Una de estas obras de arte es Fausto de F. W. Murnau (1926), una obra maestra de fantasía que a menudo se pasa por alto en favor de otras obras expresionistas alemanas, como la propia Nosferatu de Murnau. Es extraño, teniendo en cuenta que no hizo nada menos que recurrir a algunas de las imágenes más icónicas de bien vs. maldad en el mundo. Fausto podría ser un poco más difícil para los espectadores modernos no iniciados que otros clásicos expresionistas alemanes, principalmente debido a su trama. Se basa en gran medida en un fondo de folklore, poesía, teología y mito. La historia del bien vs. maldad, virtud vs. pecado y justicia vs. Hipocresía. Para decirlo suavemente Fausto tiene más en común con los últimos 2000 años que con el realismo moderno del siglo XXI. Y si no me crees, para verla.