El programa que realiza la Secretaría de Gobernación para elaborar un registro de usuarios de telefonía celular, conocido por sus siglas como Renaut, está desde mi punto de vista condenado a fracasar, tanto en los objetivos que persigue de terminar con el anonimato en la portación de teléfonos celulares, como en el procedimiento de registro, pues el proyecto carece de herramientas de validación de datos, así como de un reglamento operativo que permita la aplicación legal de su obligatoriedad y la sanción ante el incumplimiento.
Según los datos que reporta la Comisión Federal de Comunicaciones, a seis días de que venza el plazo para registrarse, faltaban 31.5 millones de usuarios de un total de 83.5 millones.
Ante esa situación, la Cámara de Diputados ha aprobado una prorroga de un año que para proceder, deberá ser aprobada por los senadores.
Los diputados argumentan que el trastorno a la actividad productiva sería mayúsculo en caso de suspender 30 millones de celulares, pero detrás de ese aparente interés por el bienestar social, se oculta el hecho de que la suspensión castigaría no solo a los usuarios, sino también a los ingresos de los prestadoras del servicio, por lo que la posible prorroga de un año, se percibe como una muestra mas de la fragilidad de nuestras instituciones, la relajación de la legalidad, y la pusilanimidad de nuestros diputados, incapaces de sostenerse frente a los intereses económicos.
Reafirmando con ello, el porque se encuentran en el lugar numero trece (de catorce) en el ranking de confianza en las instituciones publicado recientemente por Mitofsky.
Lo triste del asunto, no es solamente el desperdicio de tiempo y recursos que todo el proceso ha implicado, sino que trasparenta una vez mas, la patética realidad social de nuestro país.
Improvisación e ineficiencia para gobernar, corrupción de gobernantes y gobernados y desconfianza generalizada, son aunque no nos guste, rasgos de nuestra realidad social, con los que deberemos lidiar, si queremos iniciar una reconstrucción de México, del México que queremos para nuestros hijos.
Luis Augusto Montfort García