Sánchez, tras pegarse un batacazo bíblico en las elecciones gallegas y saltarse el minuto de silencio en honor de los dos guardias civiles asesinados por el narco, ha salido corriendo hacia Marruecos.
No voy a sumarme al clamor que recorre las redes sociales, donde los internautas aseguran que el jefe del PSOE huye de los tractores y va genuflexo a Rabat, con la esperanza de que Mohamed VI le devuelva los dos gigabytes de fotos y documentos que le robaron del móvil.
No tengo pruebas concretas, porque todo lo relacionado con el Reino Alauita es tan secreto como lo que se apaña con proetarras vascos y golpistas catalanes, pero ya les adelanto que ese puñetero teléfono nos va a salir carísimo. Casi tanto como los parientes, amigos y compinches de Sánchez.
Hoy me he enterado de que la fábrica de plásticos ‘Playbol’, propiedad del padre del presidente del Gobierno Frankenstein, ha disparado su facturación hasta los 4,3 millones de euros.
Un pastón alimentado por el cobro de ayudas públicas otorgadas por los ministerios de Economía e Industria, que cumplen órdenes de La Moncloa y se desviven por agradar al capo socialista.
Antes comenté que ese pavo y todos sus ministros dejaron los bancos azules vacíos cuando en el Congreso de los Diputados se pidió un minuto de silencio por los dos agentes masacrados en Barbate.
Alegan que tenían en ese momento Consejo en La Moncloa, pero no cuela. Podían haber parado un instante la reunión, ponerse en pie y hacer que TVE filmará el ‘solemne instante’ o que la servil Agencia EFE distribuyera la foto, pero no se les ocurrió.
Estaban a otra cosa, como sus socios, secuaces y cómplices -Sumar, Junts, Esquerra y Bildu-, quienes también se negaron a guardar ese minuto de silencio con excusas nauseabundas.
Ahora prorrogan en 15 días el tiempo para aprobar la Ley de Impunidad Judicial, para que Sánchez tenga tiempo de buscar algo que contente a Puigdemont.
Y lo hacen justo cuando la derechona xenófoba de Junts, en pleno chalaneo con el PSOE, les reta metiendo en el Parlamento catalán una iniciativa legislativa exigiendo la declaración de independencia.
Y por el medio, los agentes de Putin, en las barbas de Marlaska que anda muy ocupando ofendiendo a la hermana de Miguel Angel Blanco y facilitando que salgan a la calle terroristas etarras, asesinan en territorio español y a Maxim Kuzmínov, el piloto ruso que desertó en un helicóptero a Ucrania el pasado mes de agosto.
A Kuzminoz, al que Kiev pagó una recompensa de medio millón de dólares, unos sicarios muy profesionales le han pegado 5 balazos a quemarropa al estilo KGB: dos de ellos en la cara.