Supongo que todos ustedes conocen la historia de Incitatus, el caballo de Calígula.
El caprichoso y tiránico emperador, ademas de mantener relaciones incestuosas con sus hermanas y obligarlas a prostituirse, estaba enamorado de su corcel.
Tanto, que mandó construirle una caballeriza de mármol con pesebres de marfil y puso a su servicio a dieciocho sirvientes.
Pedro Sánchez no ha llegado a la locura de nombrar cónsul a un jamelgo, como hizo Calígula, pero coincidiran conmigo en que lleva tiempo poniendo a verdaderas acémilas de ministros y en cargos de relevancia.
La lista de pencos es larga y va de Irene Montero a Pilar Alegría, pasando por Oscar Puente a Ernest Urtasun para acabar en Patxi López.
Sólo así se explica la cara de pasmo que se les ha puesto a los miembros del Gobierno Frankenstein cuando de repente, uno tras otro, han empezado a endiñarles palos los jueces, los fiscales, el Europarlamento y ahora agricultores y ganaderos.
Lo de la sufrida gente del campo español requiere especial atención, porque Sánchez y su cuadrilla no se cortan.
A medida que crece la protesta y cuaja la amenaza de llevar los tractores hasta la sede-puticlub del PSOE en la madrileña calle Ferraz, el Gobierno se pone más nervioso.
Del tono conciliador y el ‘estamos con ellos’ se ha pasado al ‘vulneran la ley’, ‘son unos fachas’ y ‘solo quieren derrocarnos’, adornado por la ignominia de los comegambas sindicales de CCOO y UGT, que niegan su condición de ‘trabajadores’a esas decenas de miles de indignados, que hartos de levantarse antes del alba y currar como posesos, ven como se arruinan víctimas de la burocracia, la competencia desleal y los caprichos de los ecolojetas.
En paralelo las terminales mediáticas de la izquierda están propagando la idea de que la airada queja de los agricultores es similar a la violencia de los separatistas del Tsunami y que si se imputa por ‘terrorismo’ a Puigdemont, también habría que hacerlo con los campesinos y de paso con Esperanza Aguirre, porque el 4 de noviembre de 2023 se sumó entusiasta a los concentrados en Ferraz y cortaron la calle.
Marlaska ha mandado a Guardia Civil y Policía de intensificar la represión y los agentes, como pueden comprobar ustedes en los vídeos que subimos a Periodista Digital, se están despachando a gusto, tirando de esas pelotas de goma y esos botes de gas lacrimógeno, que nunca se atrevieron a usar contra los terroristas urbanos del proceso golpista.
Andan tan histéricos en La Moncloa que dieron orden al patoso Delegado del Gobierno en Madrid de convertir en un ‘coto socialista’ la calle Ferraz y al paisano, sumiso y obediente, le faltó un minuto para prohibir una marcha por la zona, alegando que se se encuentra allí la sede del Partido Socialista Obrero Español, “espacio que es, en los momentos actuales, un área de especial protección”.
Como no podía ser de otra manera, el Tribunal de Justicia de Madrid ya ha sentenciado que no se puede, ni siquiera llamándote Sánchez, suprimir el ejercicio del derec