El capítulo 12 de Apocalipsis representa una lucha celestial entre el bien y el mal, donde la mujer simboliza a la iglesia fiel y el dragón representa a Satanás, quien intenta destruir al pueblo de Dios pero es derrotado y frustrado en sus intentos.
La protección divina y la victoria de los seguidores de Dios son aspectos centrales de esta visión apocalíptica.