La madrugada del sábado, mientras unos 3.000 jóvenes israelíes bailaban al ritmo de música electrónica en un festival en el desierto, milicianos de Hamás llegados desde Gaza irrumpieron armados hasta los dientes, masacraron a 260 personas y secuestraron a varios más, en el que es el episodio más sangriento de esta nueva guerra.