Hay veces, en esta profesión, en las que uno se va con la amarga sensación de que no se le ha entendido correctamente en su análisis. Son pocas porque, en la mayoría de los casos, la audiencia recibe correctamente los mensajes e incluso está de acuerdo con ellos, además de agradecerte el trabajo realizado. En el caso que nos ocupa durante estos días, la negativa de la líder del PP en Extremadura a llegar a ningún acuerdo con Vox.

En mi último editorial, 'El Campanazo' del miércoles 21 de junio, no es que yo elogiara el comportamiento de la señora Guardiola; lo que quería decir es que no era un 'OVNI' político... una 'candidata volante no identificada'. Me referí a que no estaba, con su comportamiento, acreditando nada diferente a lo que había prometido en su campaña, que fue el que, con Vox, ella no tenía intención de acordar nada de nada. Cierto es que Vox ha obtenido un porcentaje de sufragios de un 8 por ciento, inferior al cosechado por María Guardiola, por lo que debo inferir que hay un porcentaje muy superior de extremeños que estarían de acuerdo, en principio, con su comportamiento.

Dicho esto, a nadie escapa que si finalmente se repiten elecciones, el beneficiado sería el PSOE de Fernández-Vara, porque es evidente que en estas situaciones, los electores castigan siempre a quien consideran culpable de no haber llegado a acuerdo alguno, obligándoles por ello a volver a las urnas.

La pregunta que cabe hacerse en mi opinión en este punto es qué es en realidad el Partido Popular... o qué representa y a quién. ¿Es el PP que en Valencia ha llegado en tiempo récord a un acuerdo con la formación de Abascal para gobernar aquella comunidad y que Puig y su banda sean desalojados inmediatamente del poder? ¿O es el PP extremeño de la señora Guardiola? ¿Es el mismo partido?

El señor Feijóo, como buen político gallego tiene enormes y elogiables virtudes; pero también algún elemento que no lo es tanto, como el de su indefinición. La cuestión es, por tanto, la siguiente: ¿Feijóo, qué? ¿Ahora qué?