No es nada nuevo el personaje, porque es un personaje.
Rosa Villacastín, otrora periodista con cierta relevancia del panorama español (principalmente de la crónica rosa), ahora es una mera vocera del progresismo. Todo lo que hace Pedro Sánchez y demás le parece fastuoso, y por contra, lo que tocan Almeida, Ayuso o Feijóo, es el mal.
Ante tal reduccionismo y seguidismo de un régimen, Rosa recibe lo mismo que da: haterismo.
En Twitter, sus comentarios -no especialmente de alto vuelo- reciben habitualmente centenares de respuestas contra ella, a cuál mejor.
Pero este 17 de abril no solo fue en Twitter, sino que se animó con su afilada pluma el columnista Alfonso Ussía desde El Debate. En Se baja, parece que se baja, le mete tremenda patada a la buena de Villacastín, basándose en el presente, acordándose de momentos comunes del pasado y, sobre todo, 'esperanzado' Ussía con el futuro del que, dice la tertuliana, "se baja".
Recordó entonces Ussía una reunión de hace años:
"Fraga se mostró en un principio áspero y enfadado, y me regañó como si yo fuera su mano derecha, Jorge Verstrynge. Le dije que yo no era de AP, y que ya no tenía edad ni para ser regañado por mi padre, y que no era yo, sino millones de personas diseminadas por toda Europa y los Estados Unidos y Canadá, las que no habían entendido la postura del partido conservador español. El senador Fernández-Madrid apenas intervino, y la gentil Jefa de Prensa del partido de la Derecha, asentía emocionada cada vez que Fraga abría la boca. Fraga no era listo ni oportuno, pero sí inteligentísimo. Cambió de tercio, se disculpó y la charla se deslizó hacia la tradición satírica de la literatura española, que se la sabía de memoria. Ahí, dejó de asentir la Jefa de Prensa de Alianza Popular, porque su ignorancia literaria era total. Y aquí paz y después gloria".