No sé cuál ha sido el gesto que habrán hecho esta mañana para escucharnos. Les ha saltado la alarma en la radio-despertador, han conectado la aplicación del móvil, el ordenador, el transistor de toda la vida, la radio del coche. No sé a través de qué ni por dónde nos están escuchando, pero ahí están, con la radio incorporada a su rutina matinal. Se despiertan con los amaneceres o se duchan con las noticias locales, el café tiene que coincidir con los titulares de las siete, y hay que salir de casa justo después de la mirada de Maruja Torres, la portada de las ocho ya la escuchan desde el coche o en la parada del autobús.

La radio matinal tiene mucho de rutina, si un día cambiamos, les despistamos a todos, una equivocación con la hora, una sección que se alarga y ya están ustedes pensando que van tarde. Ahora mismo, muchos de ustedes estarán sonriendo al comprobar que estamos con la portada de las ocho y están en el sitio correcto. Y todo esto mientras les informamos, e intentamos arrancarles esa sonrisa. Este es nuestro compromiso, hacer una radio que les explique, que les informe, por supuesto, donde puedan encontrar las voces que aportan. Hacer una radio serena, una radio que explique los problemas y que intente encontrar las soluciones. Una radio curiosa, que pregunta todo el rato. Y también una radio divertida, capaz de reírse de ella misma, capaz de reírnos de nosotros mismos.

Intentamos que los problemas no nos aplasten, no les aplasten, buscamos siempre una salida por la que evadirnos, para olvidarnos, a ratos, de lo difícil que está todo. Y les acompañamos, sobre todo, les acompañamos. Y, déjenme que les diga, ustedes también a nosotros. Algunos viernes, cuando sacamos el programa del estudio, es emocionante encontrarnos con ustedes, ver sus caras y sentir su complicidad. Sus historias ligadas a nosotros, ligadas a la radio. Es a través de ella que establecemos este vínculo entre ustedes y nosotros. Un vínculo más estrecho de lo que, a menudo, los que tra