El sinsentido de haberle atribuido un mundial de fútbol a un pequeño emirato wahabita se presentó en su momento como una “elección estratégica” y un ‘reequilibrio’ a favor de un país musulmán. Hoy se sabe que la “estrategia” la definió el que fuera presidente francés, Nicolas Sarkozy para ‘equilibrar’ sus cuentas, las de sus amigos, las de un grupo de empresas, las de la industria aeronáutica francesa y la de PSG.