El gasto de energía para la fabricación de un número tan alto de prendas es gigante y la producción de gases de efecto invernadero derivada de la la inaudita cantidad de ropa desechada es increíble, sumando a esto la contaminación de los empaques de los productos que adquirimos, pero no todo está perdido, nuestras elecciones como consumidores pueden hacernos más responsables y ser parte del cambio que el mundo necesita.