Madrid, 16 nov (EFE).- Estudios científicos han analizado los efectos positivos de la actividad física y la alimentación saludable para mejorar la calidad de vida y evitar posibles recaídas en personas que padecen cáncer, por lo que instan a los profesionales a valorar su inclusión como parte de un tratamiento multidisciplinar. El doctor Javier de Castro, jefe de Oncología del Hospital Universitario La Paz y coordinador del Simposio Ejercicio y Cáncer + Nutrición, ha explicado a EFE que cuando los pacientes hacen actividad física pueden “mantener una situación más normal a cómo era antes de sufrir el cáncer”, y que, además, le “puede ayudar a tolerar mejor los tratamientos”. Según datos limitados, todavía no concluyentes, la realización de ejercicio de forma habitual puede reducir la incidencia de padecer cáncer de pulmón hasta en un 27 % entre personas fumadoras, o una reducción del 12 % en el cáncer de riñón.