Nueva York no solo es conocida por sus grandes rascacielos, sino también por sus impresionantes puentes. A plena luz del día o por la noche, cuando las luces iluminan sus siluetas, ofrecen una imagen imponente de la Gran Manzana. Además de contemplarlos, cruzarlos se convierte en una experiencia ineludible. Convertidos en auténticos miradores, permiten disfrutar de otro punto de vista de una ciudad que nunca deja de sorprendernos.