Cuentan que en el siglo pasado, hace mucho, cuando todavía no había democracia en España, Franco podía hacer lo que le diera la gana, menos decidir dónde caía el Gordo de la Lotería de Navidad.
Decimos esto porque el líder del PSOE se mete en casi todo. Sánchez creyó que la Fiscalía era suya y colocó al frente a una ministra socialista, y como estaba emparejada con un antiguo juez condenado por prevaricación, metió en el puesto a Dolores Delgado. Pensó que eso de que Radio Televisión Española es un ente público, al servicio de los ciudadanos, era una filfa y colocó todo en manos de Fortes y sus ‘comisarios periodísticos’. En el CIS puso a Mézanos. En el CNI a una paisana afín y así sucesivamente.
La penúltima cacicada ha sido despachar al director del Instituto Nacional de Estadística, porque los datos que da el organismo sobre paro, PIB o inflación no agradan a la vicepresidenta Calviño. El próximo objetivo será sustituir al presidente del Banco de España y poner en su lugar a un sicario que le de siempre la razón.
Y aquí, en Periodista Digital, nos hemos empezado a mosquear porque corre el rumor de que el tipo no va a parar y que en el año largo que le resta en el cargo, todavía perpetrará alguna tropelía sin parangón. ¿Adivinais cuál? Pues nombrar un director general de Loterías de su cuerda, que premie los números, los décimos y los billetes que le diga Pedro I, líder del PSOE.