Se calcula que en España hay 100.000 viviendas okupadas. Con ‘k’.
Según datos del propio Ministerio del Interior, cada día, unas 40 personas acuden a Comisaria a denunciar que unos tipos han entrado en su apartamento o su chalet y que se han instalado dentro.
Lo habitual es que los agentes aconsejen muy serios al desventurado que ni se le ocurra intentar echar a los okupas por la fuerza y tampoco cambiar la cerradura o dar de baja la luz o el agua, porque los caraduras le demandarían por allanamiento de morada o por coacciones.
Y que los tribunales le condenarán. Y al suplicio de que te arrebaten lo tuyo, se sumará pagar multas, costas y otras fruslerías.
Así que ajo y agua y a iniciar los trámites legales, que comienzan con una demanda ante el juez y que en el mejor de los casos concluyen con el desalojo de los malandrines, pasado medio año.
De los muebles rotos, los objetos mangados y los baños y cocina arrasados, ni flores. A joderse.
No sé si alguno de ustedes ha pasado por esta dolorosa experiencia o está inmerso en ella, pero tenemos la clave para ahorrarle buena parte de los disgustos, si tiene la desgracia de que los okupas se encaprichen con su vivienda.
¡Hágase de la UGT!
No se preocupe por esos 14 euros mensuales que en teoría hay que pagar como afiliado, porque nadie se los va a exigir. Estos ‘comegambas’ de los sindicatos viven de las subvenciones oficiales y no necesitan la calderilla del militante.
Pero el simple hecho de tener carnet de UGT o en su defecto de CCOO puede ser un salvoconducto ‘okupacional’.
Lo acabamos de ver en el centro de Madrid. La semana pasada, un grupo de zarrapastrosos de ultraizquierda tuvo la genial idea de ‘okupar’ el histórico convento de Las Recogidas, en el número 88 de la calle Hortaleza, que pertenece a UGT.
Los ‘okupantes’ justificaron su acción en la necesidad que tienen algunos de ellos de contar con un sitio elegante donde dormir y sobre todo en que el sindicato socialista se ha lanzado a la especulación inmobiliaria y va a alquilar, por un millón de euros al año, el coqueto edificio a una grupo inversor para convertirlo en hotel de lujo.
Pues ni tres días aguantaron dentro. La Policía, la misma que le dice siempre a usted que se resigne, vaya a reclamar al juez, primero cercó la zona, dejando a los ‘okupantes’ sin “agua, comida y sin poder acceder a un baño”, y después los sacó a rastras.
De poco sirvió a los peludos gritar como posesos que la UGT sólo quiere especular.
Como dice el viejo refrán, quien tiene padrino se bautiza y lo que a usted o a cualquier ciudadano le hubiera costado 6 meses, un pastón y tremendos quebraderos de cabeza, lo logró en un pis las la organización más corrupta de Europa, la del latrocinio de los EREs, la que bendice la ‘okupación’, se manifiesta con los proetarras, clama contra el español en la escuela catalana y apoya a Pedro Sánchez. El Padrino.