No sé si saben que Francisco Franco nació en 1892, cuando Cuba y Filipinas eran todavía colonias españolas, no había automóviles, faltaba una década para que los hermanos Wright hicieran volar por primera vez un avión y ni se sabía lo que eran los teléfonos.
Pues a Franco, fallecido hace 46 años, 4 meses, y 22 días, lo vuelven a resucitar los del PSOE y sus compinches, y lo van a tener paseando de aquí a las elecciones generales.
Y el cortejo fúnebre ira acompañado de la cantinela de que viene la ultraderecha, aireada hasta la náusea por los tertulianos del pesebre y las cadenas de televisión cautivas.
La campaña ha cogido vuelo con motivo del Gobierno de coalición entre el PP y VOX en Castilla y León, anticipo de otros muchos, igual de razonables, en otras regiones de España y del que sellará el centroderecha, cuando lleguen las elecciones generales, para convertir a Feijóo en presidente y echar al socialista Sánchez de la Moncloa.
La llamada ‘alerta antifascista’ está impulsada por un partido liderado por un personaje apellidado Sánchez, que se abraza a indeseables, antiespañoles, golpistas, proterroristas y facinerosos para prosperar y mantenerse en el cargo.
VOX puede gustar más o menos, pero es un partido constitucional, que ama a España, no alberga en sus filas delincuentes y juega con limpieza en democracia respetando las reglas.
No se puede decir lo mismo de Podemos, que cuestiona la Constitución, intenta derrocar al Rey, sintoniza con los asesinos etarras, se financia de los torturadores chavistas y proclama el inexistente derecho a romper la unidad de España.
Tampoco parece muy de recibo la alianza entre del PSOE con una banda dirigida por un terrorista condenado, como Arnaldo Otegi, y otra encabezada por un golpista con sentencia firme, como Oriol Junqueras.
España está en una peligrosa encrucijada y no porque crezca VOX y aumenten las expectativas electorales del centroderecha, sino porque nos gobierna una panda de sectarios, ineptos y sin escrúpulos, que ha hundido al país en una crisis económica, identitaria y social pavorosa.
Ha llegado el momento de poner en marcha una alternativa y no hacerlo por miedo a la pena de Telediario, a la descalificación en las redes sociales y a lo que digan unos cuantos periodistas paniaguados, sería un flaco favor a España, a los españoles y a todo eso en lo que dicen creer Feijóo y el PP.