Después de 1.500 kilómetros las familias ucranianas a las que los taxistas han recogido van cogiendo confianza y comparten con ellos sus experiencias. La comunicación es complicada porque casi ninguna habla inglés pero el ingenio, la mímica y los traductores online dan sus frutos. Los taxistas escuchan atentos sus relatos, han bombardeado sus casas, han escapado caminando durante días, parte de su familia se ha quedado para luchar en Ucrania. El regreso a España es el final del viaje para unos y