El primer ministro británico, Boris Johnson, enfrenta la peor crisis política desde que llegó al poder. Se trata de una fiesta en Downing Street a la que el mandatario acudió en pleno confinamiento, mientras como jefe del Estado exigía y obligaba a los ciudadanos a quedarse en casa y a respetar las normas para no expandir al COVID-19, que estaba en peor etapa en 2020.

El revuelo y la ira de los ciudadanos británicos han llegado a tal nivel, que Johnson no tuvo más remedio que pedir disculpas.

“Quiero pedir disculpas. Sé de los extraordinarios sacrificios que millones de personas han hecho en los últimos 18 meses. Soy consciente de la rabia que sienten hacia mí y hacia mi Gobierno cuando piensan que las reglas no se cumplieron en Downing Street”, dijo Johnson presionado por la opinión pública y por los mismos diputados del Partido Conservador.

Sin embargo, la oposición ha exigido la renuncia del primer ministro, argumentando la irresponsabilidad del gobernante.

“Su defensa ha sido que no sabía que estaba en medio de una fiesta. Es algo tan ridículo que resulta ofensivo para los ciudadanos británicos. Se acabó la fiesta, primer ministro. La única duda que queda por resolver es si le acabará echado por la ciudadanía británica, su propio partido, o si hará usted mismo lo único decente que puede hacer y dimitirá”, sentenció el líder del Partido Laborista, Keir Starner.