Ya les he dicho, en más de una ocasión, que me escandaliza que alguien como el Pequeño Nicolás pueda ser condenado a un par de años de prisión, por haber hecho trampas en el examen de Selectividad, cuando tenía 18 años, y que un caradura como Juan Carlos Monedero, que recibía maletines repletos de dólares de los torturadores chavistas, para montar ilegalmente Podemos en España, siga de tertuliano estrella en nuestras cadenas de televisión.
O que Rosalía, la mujer de Bárcenas, purgue 13 años de condena en la cárcel de Alcalá, porque sabía que el dinero que traía su marido casa no era muy católico, mientras gerifaltes socialistas como Chávez, Griñán o Magdalena Álvarez, que distrajeron con los EREs la friolera de 680 millones de euros, anden tan frescos, tan ricos y tan campantes por los restaurantes de postín de Andalucía.
O que, en TVE, la que pagamos todos, pero sólo disfrutan Sánchez y sus compinches, al igual que hacen El País, la Cadena SER y los medios del régimen, no emitan informativo en que no saquen a Correa el de la Gürtel y repitan que el alcalde albondiguilla de Boadilla del Monte pillaba el 3% de los contratos municipales, pero ni se han enterado todavía de los negocios con dictaduras de Bono, de los apaños de Zapatero, de los pringues de Ábalos o de los enchufados de Podemos.
Si vas de progre y dices que te pone caliente azotar a Mariló, como hizo Pablo Iglesias, los periodistas de plantilla lo ven gracioso o se cubren argumentando que nadie es perfecto en la intimidad.
Si colocas a parientes y amigos, para que vivan del erario público a cuenta del sufrido contribuyente, pero ejerces de roja, como hace Irene Montero, los tertulianos oficiales te presentan como un personaje solidario y hasta dicen que quien no ayuda a los colegas no tiene corazón.
Si pateas a un policía y te condena el Tribunal Supremo, pero luces rastas, fumas porros y no se te cae la palabra socialismo de la boca, hasta te hacen un programa hagiográfico en prime time.
No es que la izquierda española tenga doble moral, que la tiene, es que los medios de comunicación, los periodistas, los que supuestamente tienen la misión de controlar a los poderosos, la asumen fervorosos, porque saben que si te pliegas, eres dúctil, maleable y servil con el poder, siempre te caerá un contrato o una subvención.
¿No les llama la atención que no se haya vuelto a hablar de la tesis fake de Pedro Sánchez?
¿No les parece inaudito que en el Gobierno de España haya ministros que insultan a los jueces y tachan de conspiración cualquier investigación judicial sobre la financiación irregular de su partido?
¿No les choca que se hayan enterrado las declaraciones de aquella chica, que reveló que, siendo alumna de la Complutense, Iglesias y Monedero intentaban meterles mano o llevárselas al baño?
Pues esto es lo que tenemos y lo que nos obliga a seguir en la pelea.