Se lo están llevando crudo.

Nunca, el presidente del Gobierno y su equipo habían sido tan ineptos y nunca nos habían salido tan caros a los españoles.

Los sueldos de los altos cargos y asesores de Pedro Sánchez, que se acaba de subir el sueldo, crecen hasta los 17 millones de euros, un 100% más que lo que costaban los de Rajoy.

Y si a esa panda se suman los enchufados en los ministerios, incluyendo los condenados e imputados que acaba de incorporar Irene Montero, la factura se va ya a los 64 millones.

Y cuando preguntas para qué necesitamos tanto paniaguado a cargo del presupuesto, te miran mal y te dicen que Sánchez necesita un staff nutrido con el que afrontar los retos de los nuevos. No tienen vergüenza.

Está claro que más que la luz, han subido en España las fortunas de Sánchez y sus compinches.

Quienes por cierto no paran y a la vez que saltan del pisito al chalet con piscina y gozan de los lujos del coche oficial y la tarjeta para todo, siguen intentando convertir España en la versión chavista de la Oceanía de Orwell.

Este 14 de octubre de 2021 comenzó en el Congreso de los Diputados la tramitación parlamentaria de la llamada Ley de Memoria Democrática, que convertirá en delito recordar cómo se torturaba en las chekas socialistas durante la Guerra Civil de 1936 o recordar que fue en tiempos de Franco cuando se instauró el Seguro de Enfermedad o el derecho a las vacaciones pagadas.

Ningún Parlamento en el mundo tiene la facultad de legislar sobre la verdad o sobre lo que cada uno quiere pensar y recordar.

Esta ley amplía hasta el ridículo la de Memoria Histórica que sacó adelante Zapatero y que Rajoy pudo, pero no quiso derogar.

Es el mayor ataque a la libertad de cátedra, a la de prensa y a la de expresión que se haya dado nunca en el Occidente Democrático, pero no oirán ustedes protestar a las universidades, a las asociaciones de prensa, a las cadenas de televisión o a esos obispos que bendecían el indulto a los golpistas catalanes.

Gran Hermano Sánchez y Cía. van a silenciarnos y los intelectuales callan.

Los que no nos vamos a calar, somos nosotros, porque nos va la vida en ello.