Todas las historias de concepción de bebés empiezan, normalmente, con un test de embarazo casero o de uso doméstico. Están de ventas en farmacias y en algunos supermercados y confirma, a través de una muestra de orina, si la mujer está o no está embarazada.
Solo el análisis de orina y el de sangre realizados por el médico confirman 100% si estás embarazada. Pese a ello, este tipo de test de embarazo te ayudará a salir rápidamente de dudas cuando tienes un retraso en la regla.
Cuando nos quedamos embarazadas, desde el primer momento los tejidos que formarán la placenta empiezan a producir una hormona llamada gonadotropina coriónica humana (GCH), una hormona que se elimina a través de la orina y que, en contacto con el producto reactivo del test de embarazo, se puede detectar si el resultado será positivo o negativo.
Para poder utilizarlo correctamente solamente hay que aplicar unas gotas de orina en la parte del dispositivo que se indica en el prospecto (una varilla de papel secante impregnado en un producto reactivo) y se espera unos minutos para que detecte la presencia de la hormona GCH.
Para evitar que en el test de embarazo salga un falso positivo, conviene no realizarlo los primeros días de falta de regla. Aunque todas las marcas garantizan resultados fiables a partir del primer o segundo día de retraso, lo cierto es que la hormona GCH se duplica cada dos o tres días, tal y como comentan José Luis Serrano y Pere Trilla en su libro 100 palabras esenciales para tu embarazo, y por tanto, cuanto más se espere, más fiable será la prueba.
En el mercado podemos encontrar diferentes tipos de test de embarazo. Por un lado, podemos acceder a los de tira que, sin duda, son los más económicos. Por otro lado, existe un modelo de test de embarazo más avanzado: el digital. Aunque el funcionamiento para ambos es el mismo, es cierto que el digital puede ser más cómodo, ya que puede introducirse la tira directamente en la orina. Éste último, además, es capaz de precisar cuántas semanas han pasado desde la concepción.