Hace diez años, Enrique, Eva y Sarah se unieron a Juventud Sin Futuro para denunciar la situación de los jóvenes: "Había precariedad e inestabilidad en todas las facetas de nuestras vidas". Una década después, esa precariedad sigue enquistada. "No conozco a nadie con un contrato laboral que le permita estabilizarse", dice Idoia, de 24 años. Nico, con 25, asegura que ahora mismo solo puede aspirar "a cobrar 950 euros y compartir piso".