Al principio hubo pancartas y miradas cómplices. Luego llegaron las manifestaciones gigantes. Después apareció una pandemia que los obligó a recluirse en casa. Hoy, tres años después, el movimiento de pensionistas vascos vuelve a estar en la calle, mascarilla y distancia social mediante, para mantener vivo el reclamo de unas pensiones dignas junto a otra reivindicación: garantizar una atención de calidad en las residencias, focos habituales de coronavirus.